miércoles, 7 de julio de 2010

El Purche

Cuando llegan las fechas veraniegas, el inefable Tour aparece para amenizar las siestas de babilla por la comisura de los labios y, antes o después, te acabas haciendo la misma pregunta: ¿cómo será subir un puertaco de esos criminales? Para responder a esa pregunta, dediqué la mañana del domingo a subir desde Graná hasta El Purche por el puerto que nace en Monachil (1ª categoría en la Vuelta a España). Cosas peores he hecho.

Nada más salir de la colección de hoteles que han sustituido a las antiguas huertas, las tres primeras rampas ya prometen emociones fuertes. Las curvas son tan cerradas que las ganas de seguir subiendo con el plato mediano se difuminan pronto. Y claro, a base de plato de postre, subir un puerto es como el comer y el rascar. El calor apretaba, y bien, y la envidia de ver a los que ya bajaban hacía que los chorros de sudor que anegaban pecho y espalda castigaran un poco más aún. Sin embargo, el discurrir del puerto, con vistas de la gente a la que iba dejando lejos, iba animando a seguir y, en poco más de una hora, me planté en El Purche, vivo y sin bajarme de la bici. La próxima vez que vea a los becerros subir ese puerto cuatro veces más rápido, seguro que se vienen a mi mente las imágenes que guardo en la memoria.

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